Hace poco tuve la oportunidad de viajar a Bolivia, después de 2 años que no pude ir debido a la pandemia. Recuerdo que antes de comprar el boleto de avión, tenia un miedo terrible a la despedida, a como seria volver a Italia después de estar de nuevo en casa y con mi familia. Es importante que explique que cada viaje que hice a Bolivia, como expatriada, lo hice siempre sola. Así que las despedidas siempre fueron el momento que más temía, debido a que tuve que consolarme yo sola, y encontrar fuerzas de donde muchas veces no había. Después de cada despedida, me sentía terriblemente cansada, casi como si tuviera una resaca emocional. Pero al tener que encontrar concentración para ocuparme de las cosas practicas de un viaje (controles, no olvidar nada en la cinta, hacer migración, encontrar la puerta de embarque, etc.) también sentía que no había podido despedirme de manera correcta y llegaba al próximo aeropuerto con una terrible frustración. En cada viaje fui aprendiendo a controlar esta
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